Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


51
Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 31 de octubre de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: nº 233, 7.787 a 7.789
Tema: Discusión sobre el proyecto de ley del Ferrocarril del Norte

El Sr. SAGASTA: Nunca creí, Sres. Diputados, verme en la necesidad de tomar parte en este debate teniendo que entrar en el fondo de la cuestión, porque nunca me figuré que un dictamen que tiene por objeto la pronta realización del primer ferrocarril español, del ferrocarril del Norte, de la obra más importante para nuestro país, fuera objeto de una oposición tan violenta como la que han hecho aquí algunos de los Sres. Diputados que han tomado parte en este debate. (El Sr. Avecilla: Yo no.) Por eso he dicho que algunos. (El Sr. Avecilla: Pido la palabra para una alusión ). Pero es el caso que así ha sido, y en medio de este debate se me han hecho algunas alusiones personales; me creo, por consiguiente, en la necesidad de contestar.

Es excusado, Sres. Diputados, que yo os manifieste la importancia que tiene el ferrocarril del Norte, porque todos lo sabéis; pero lo que no es excusado y lo que yo os advierto es, que los señores que han impugnado el dictamen de la Comisión han mirado este ferrocarril de una manera pequeña, raquítica....

El ferrocarril del Norte no es solo una línea aislada que va a cruzar una parte del territorio español; el ferrocarril del Norte es la esencia, es la vida de todos los demás ferrocarriles que se construyen en España. Y no hay que hacerse ilusiones, Sres. Diputados; la vida propia, la existencia de todos los ferrocarriles de España depende necesariamente de la existencia del ferrocarril del Norte. ¿Qué sería si no, Sres. Diputados, y llamó a los Diputados andaluces de la línea de Cádiz, si esta línea, no se prolongase hasta atravesar los Pirineos? ¿Qué sería del ferrocarril de Lisboa, de ese ferrocarril que ha de contribuir a la unión de dos pueblos que la naturaleza hizo hermanos y que la fatalidad tiene separados? ¿Qué sería de ese ferrocarril si al llegar a Madrid se encontrase con las puertas de Europa cerradas, esas puertas que hasta ahora apenas han estado para nosotros más que entreabiertas? ¿Qué sería, Sres. Diputados, a vosotros llamo, Diputados gallegos, de las desgraciadas provincias de Galicia, si no se construyese el ferrocarril del Norte? ¿Qué sería en las calamitosas circunstancias en que esas provincias se ven muchas veces, si las demás provincias sus hermanas, no pudiesen acudir a remediar sus necesidades, que no podrán como es debido mientras no hagáis un ferrocarril que os ponga en comunicación con el resto de la Península, y ese ferrocarril no le tendréis mientras no se haga el ferrocarril del Norte? ¿Qué será, por último, Sres. Diputados, de todos los ferrocarriles que se construyan en España? Porque es preciso no hacerse ilusiones; los demás ferrocarriles no podrán ser nada sin esta grande arteria que ha de alimentarles y darles vida; de otra manera no podrá existir la red de ferrocarriles que ha de atravesar el territorio español para llegar a la altura a que debe llegar nuestro país. ¿Qué sería, digo, de todos los demás ferrocarriles?

De aquí deduciréis, Sres. Diputados, que lo que se os pide en este ferrocarril no es sólo para una línea aislada, es para todas las vías en que más o menos podáis estar interesados todos.

Pues sin embargo, señores, de que la obra es de tamaña importancia; sin embargo de que esta obra la están reclamando hace tiempo nacionales y extranjeros; sin embargo, digo, de todo esto, se le viene haciendo la oposición, y vamos a ver qué clase de oposición se le ha hecho.

Uno de los puntos que han servido para impugnar el dictamen de la Comisión es la subvención. Que dais mucha subvención se nos dice; que os salís de las formalidades exigidas por la ley general de ferrocarriles. No hay nada de eso; ni la subvención es mucha, ni hemos faltado en nada a las formalidades de la ley. ¿Qué subvención os vamos a pedir, Sres. Diputados? Un millón trescientos mil reales por legua; es decir, una subvención igual o menor a la concedida a otras líneas muy importantes, sí, pero no tanto como la del Norte, que es el resumen de todos los ferrocarriles de España?

¿Y por qué os parece exagerada esa subvención? ¿Habéis hecho los cálculos necesarios para saber la parte alícuota del coste total de la línea? Si los hubierais hecho no os parecería exagerada la subvención que se propone.

La subvención que se os propone, señores, es próximamente la tercera parte del coste total de la obra; es la misma que habéis concedido a otras líneas que son muy importantes, pero que no lo son tanto como la que nos ocupa en este momento. Pues si habéis concedido esa subvención para otras líneas, ¿por qué os negáis a dársela a la del Norte? ¿Es esto lógico?

Pero aunque la subvención fuese mayor; aunque esa subvención fuese tan exagerada como decís, ¿sería esto motivo o razón para decir que estamos fuera de la ley? Pues qué, la ley general de ferrocarriles, ¿marca [7.787] la subvención que se ha de dar a las líneas? ¿Cuál es el límite máximo? ¿Lo habéis visto? Pues si lo habéis visto, ¿cómo decís que faltamos a la ley? Y si no lo habéis visto, yo os lo diré.

El límite máximo que establece la ley general de ferrocarriles es el presupuesto total de la línea. La ley general de ferrocarriles dice que a las empresas podrá subvencionárselas de dos maneras: directa o indirectamente; que la subvención directa consistirá en dar una parte del presupuesto en épocas determinadas diciendo que el máximun que se establece será el total del presupuesto. ¿Y hemos llegado al total del presupuesto? Pues entonces, ¿dónde está la falta a la ley general de ferrocarriles? Aquí no ha habido falta de legalidad; nos hemos sujetado estrictamente a la ley general de ferrocarriles. Podrá ser la subvención mayor o menor, que ya he probado antes que no es grande, que cuando más es igual a la que habéis votado para otras líneas no tan importantes como la que nos ocupa; pero es legal, está dentro de la ley general de ferrocarriles.

Pero hay más, Sres. Diputados: una subvención igual a la que os venimos pidiendo para la línea del Norte la habéis concedido para otras líneas; pero ¿cómo la habéis concedido? ¿La habéis concedido como nosotros? No. Vosotros la habéis dado en mejores condiciones; la habéis dado a una empresa particular; y nosotros no se la damos a nadie; lo que hacemos es fijar una cantidad como tipo para una subasta; y aquí tenéis cómo para la línea del Norte todavía os pedimos bastante menos de lo concedido para otras líneas de menos importancia. Y basta de subvención para ocuparme de otros cargos hechos al dictamen de la Comisión.

Nos decía el Sr. Avecilla (calificándonos de un modo que no quiero siquiera recordar, porque favorece menos a S.S. que a la Comisión), nos decía el Sr. Avecila: ¿cómo la Comisión se ha metido a trazar el camino de hierro del Norte? ¿Quién ha dicho a la Comisión que ese ferrocarril debe ir por este o por el otro punto?

Nadie, Sr. Avecilla. La Comisión no se ha metido a trazar el camino de hierro del Norte; se lo han dado trazado, y con arreglo a ese trazado se os viene a proponer lo que se pide de subvención.

Pero dice el Sr. Avecilla: ¿por qué fijáis la línea de Madrid a Valladolid? ¿No conocéis que faltáis a la ley, que no hoy planos, ni presupuesto, ni nada? Por eso dejamos esta cuestión para cuando haya todo eso; nosotros no determinamos nada respecto al camino de hierro de Madrid a Valladolid; lo único que hacemos es indicar que esa línea se acabe de estudiar pronto, para hacer con ese trozo lo que hacemos con el segundo. ¿En qué se falta a la ley con esto, Sr. Avecilla? En nada; cuando haya de publicarse el tipo de la subasta, entonces vendrán los planos y los presupuestos. Pero si fijamos un tiempo más o menos largo al Gobierno para que se concluyan esos trozos, ¿es eso una falta? ¿Por dónde? Se dice que hemos fijado un punto de la línea de Madrid a Valladolid. No lo hemos fijado nosotros; está fijado en los planos; yo lo he visto fijado; yo he visto el proyecto del camino de Madrid a Valladolid, y en él pasa ese camino por Medina del Campo; y no podía menos de ser así, si es que ese ferrocarril ha de cumplir con las condiciones que es necesario que cumpla.

El punto de Medina del Campo hace mucho tiempo que está fijado como paso de la línea del Norte; está fijado por la razón de que es un punto comercial importantísimo, el único donde vienen a parar los cereales de las provincias de Zamora y Salamanca, provincias ricas, riquísimas, a las que dejaríamos en la miseria si desviásemos de ellas el ferrocarril, porque así lo indican también consideraciones comerciales y consideraciones económicas. Yo he hecho reconocimientos en esa dirección, y he visto que el punto de Medina del Campo es conveniente; sin que eso quiera decir nada para prejuzgar la cuestión de Ávila y Segovia, cuestión que, sea dicho de paso, creo que es lo que ha hecho a S.S. oponerse al dictamen, pues de otro modo, yo estoy seguro que no se hubiera opuesto. Esa cuestión llegará en su día, y entonces podrá S.S. hacer gala de los conocimientos hasta facultativos que ha querido manifestar hoy; pero provocar esa cuestión antes de su tiempo, provocarla sin oportunidad, no es conveniente ni aún para la causa que se trata de defender, Sr. Avecilla.

Nosotros hemos fijado el punto de Medina del Campo, porque esa designación no envuelve el que el camino vaya por Ávila o Segovia; y es esto tan evidente, que ha habido un Sr. Diputado por Ávila que ha creído que fijar el punto de Medina del Campo era resolver la cuestión en favor de Segovia, mientras otro señor Diputado por Segovia creía, por el contrario, que era resolverla en favor de la provincia de Ávila. Prueba evidente de que el punto de Medina del Campo no decide la cuestión; y eso quiere la Comisión, y se vanagloria de ello, pues las dudas ocurridas a esos señores Diputados son una prueba evidente de esto.

Pero como se han fijado tanto en que hemos faltado a la ley de ferrocarriles en esto punto, necesario es demostrar que tampoco aquí ha habido falta. ¿Por dónde se ha faltado a la ley general de ferrocarriles? Pues qué, las Cortes y la Comisión ¿no pueden clasificar una línea? ¿No pueden decir que pase por éste o por el otro punto? Indudablemente que sí; se puede y se debe clasificar; pero no había necesidad de eso, porque la línea del Norte estaba ya clasificada por el país, y era imposible variar esa clasificación sin ponernos en pugna con el país, con el sentimiento público. No ha habido, pues, ni ha podido haber falta a la ley general de ferrocarriles. Una cosa parecida se nos ha dicho respecto de la tercera sección, de Burgos al Ebro.

Por un lado se nos acusa de impaciencia por emprender ese proyecto, y por otro se nos dice que podíamos haber resuelto la tercera sección de la misma manera que hemos resuelto la segunda. No hemos querido hacerlo porque ante la perfección del trazado sacrificamos el tiempo. La tercera sección estaba estudiada, como lo está la segunda; pero la Comisión ha visto que en esa sección hay dudas que pueden introducir una modificación conveniente al trazado general de la línea del Norte. ¿Y qué ha hecho la Comisión? Sacrificar su justa impaciencia y decir: no, no queremos resolver así esas dudas; estúdiese lo más conveniente, y después de resueltas, ejecútese con la tercera lo que hemos hecho con la segunda. Por manera que por un lado se acusa a la Comisión de impaciente, y por otro se desvanece ese cargo; no tengo yo necesidad, pues, de desvanecerle, puesto que vosotros mismos lo hacéis.

No recuerdo que se haya hecho otro cargo más a la Comisión: si lo hay, éstos son los principales. Ya habréis podido observar qué valor tienen, cuando un soplo sólo los desvanece.

Yo he demostrado que la subvención no es grande, [7.788] que no es excesiva, sino más bien pequeña, comparada con otras que se han concedido; he demostrado también que al proponer esa subvención o esa cantidad para auxiliar a las empresas no hemos faltado a la ley general de ferrocarriles, sino que hemos estado dentro de ella, y no hemos llegado al máximun que la misma establece; que al hacer esa designación respecto de la primera sección no hemos faltado tampoco a ley alguna, y lo que hemos hecho ha sido atenernos a la misma ley, porque en ella se dice que se consideren como líneas de primer orden sólo las que partiendo de Madrid vayan a terminar a un puerto o frontera; y si no se hubiera hecho así, se hubiese dicho que no presentábamos una línea general, como hubiera sucedido con la de Valladolid a Burgos, que considerada aisladamente no tiene clasificación que le comprenda.

Pero recuerdo ahora otro cargo que se me olvidaba.

Nos decía el Sr. Avecilla: ¿por qué os habéis detenido en el Ebro? ¿Por qué no habéis llevado la línea hasta Irún? Voy a decírselo a S.S. Porque la cuestión pendiente desde el Ebro a Irún es muy grande y de mucho tiempo, y no hemos de subordinar a ella todas las demás secciones: esa es la razón de conveniencia, de justicia y hasta legal.

He demostrado, pues, que hemos estado estrictamente dentro de la ley; que no hemos salido de ella en todos y cada uno de los puntos de que se ocupa el dictamen; que la subvención que se os pide es la menor que podéis dar; yo os lo digo, la menor, y la prueba es que en todas las proposiciones de las empresas se pide una subvención mayor. ¡Ojalá que yo me equivoque! Pero quizás con la subvención que se pide no haya empresas que quieran tomar esa línea. Si queréis, pues, que esa línea se empiece; si queréis que queden abiertas las puertas de Europa para nosotros, que hasta ahora apenas han estado entreabiertas; si queréis dar vida a esos ferrocarriles quo habéis concedido y en que más o menos estáis interesados, votad lo que la Comisión os propone; si no, el país en un día os exigirá su cuenta. He dicho.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL